sábado, 19 de febrero de 2011

FANTASÍAS

A veces me gustaria ser una mariposa. Estas pequeñas criaturas pasan por nuestras vidas de manera fugaz, pero aunque las veamos solo un instante no podemos evitar fijar-nos en sus colores, en su vuelo de flor en flor, en su delicadeza... y maravillarnos.
Yo también quisiera despertar admiración en los ojos de quien me mira, pero una admiración verdadera, aunque efímera, y deleitarme de tal gustoso halago.
¿No habéis querido nunca ser alguien especial?
¿No os habéis imaginado nunca historias a vuestro alrededor que nunca pasarán?
Las chicas, ¿no seguís queriendo ser princesas?
Los chicos, ¿no seguís queriendo proteger a vuestra princesa?

Yo quería que alguien me mirase y que, como en una película, con una música tranquila de fondo, se quedase azorado.

Pero esta clase de sentimiento sólo existe en los libros y en las películas, las personas no podemos conseguir que nos miren así, en serio, porque somos todos lo mismo. Podemos despertar admiración, sí, pero no ésa clase de... magia, de la que yo hablo.
Seguro que los que escribís habéis descrito alguna vez alguna escena similar, presentando un personaje fuera de lo común, que atrapa los sentidos de los demás: una chica muy hermosa, un hombre misterioso...
y son personas especiales, que destacan por encima del resto de una manera casi inhumana.

Yo, en mis sueños y en mis fantasías, mantengo despierta esta pequeña utopía, pero sin que interfiera en la vida real, pues debemos saber distinguir una cosa de la otra, y no perdernos cuando andemos por las nubes.



Satine, petitpierrot

martes, 15 de febrero de 2011

QUISIERA

Quisiera poder liberarme de tensiones, de influencias y de temor. Liberarme de las cadenas a las que ésta sociedad nos ata. Quisiera poder olvidarme de los formalismos, ser yo misma en cualquier lugar, gritar si tengo ganas, hacer disbarates sin miedo a meter la pata. Quisiera despojarme, mostrarme desnuda y vulnerable ante el mundo y no salir herida, quisiera poder ser de todos como lo soy de mí misma cuando estoy sola. Y nunca, nunca más sentir pudor, ridículo o vergüenza, ni sentir que me reprimo, como si fuera algo natural, y que soy juzgada.

Somos esclavos y tiranes, víctimas y maltratadores. A la vez que intentamos luchar contra nuestras cadenas, alimentamos las cadenas de otros.

No quiero volver a reírme de nadie, no quiero juzgar aquellos que son diferentes a mí, quiero aprender a apreciar de todos algo, y a ver con los mismos ojos a él, a ti, a ella, a ellos, a los otros... Quiero considerar a cada persona un ejemplo, una parte más del mundo que colabora con la formación de mi ser. Que sean éstas las influencias, y no las que nos aprietan la garganta...

Sólo entonces me podré sentir realmente libre, será como haber abierto unas alas que siempre han estado allí.


Satine, petitpierrot

lunes, 14 de febrero de 2011

Respiro

Porque la lluvia se intensificó y la noche se hizo más intensa pude tranquilizarme bajo la tensión del silencio. La tormenta ensordecía mis oídos y tapaba el frenético respirar de nuestras bocas, ansiosas por hablar y mudas de palabras, puesto que ninguno de los dos sabía qué sentía, ni conseguía ordenar el bullicio que ardía en su interior.
Las piernas y los brazos se me habían entumecido. Había permanecido acurrucada des de que aquella extraña noche comenzó, con los pies en punta, abrazándome las rodillas y apoyando la cabeza en los brazos cruzados. Me senté en el suelo sintiendo una punzada de dolor en los pies dormidos y me respaldé en la pared, dirigiendo mi mirada al cielo, negro e infinito, que amenazaba en abalanzarse sobre nuestras cabezas para engullir nuestra mísera e insípida existencia.
Aahhh.... Es tan difícil a veces entenderse a uno mismo. Sé que las gotas de lluvia que resbalaban por mis mejillas formaban parte de la manifestación de mi interior, que mezclaba sentimientos y sensaciones, todo en uno, y pensamientos, y recuerdos, y emociones... todos los componentes del alma se mezclaban en una especie de torbellino que no cabía en mi corazón, pues mi cuerpo se quedaba pequeño con la grandeza de aquella conmoción. Pero mi piel participaba de ello, y palpitaba, viva, ansiosa por moverse y saber qué dirección tomar.
Sentí que no podía reprimir por más tiempo esa oleada de perturbación y, abriéndole las puertas de par en par, dejé que las lágrimas afloraran por mis ojos y se mezclaran con las lágrimas de la noche. No me molesté en callar los gemidos de mi garganta, pues sentía que cada uno de ellos se llevaba consigo una parte de la angustia que había estado amurallando mi corazón, y que, a medida que derrumbaba aquél muro de ladrillos, mis pensamientos se esclarecían.
- ¡Yo te quiero! - grité con todas mis fuerzas.
Aquél grito, desgarrador de la quietud y el silencio de la ciudad a altas horas de la noche, fue para mi una liberación. Se rompieron todas las cadenas que las dudas habían fortalecido, se desvaneció la niebla que el miedo había instalado en mis ojos y recuperé el alma dormida con un despertar limpio de prejuicios ocultos.
Pude respirar como había olvidado.

Aunque la escena siguió siendo la misma -yo seguí sentada en el suelo, y él de pie, alejado de mi- la expresión de nuestros cuerpos había cambiado. Ya no había hostilidad, no había miedo, ni amenazas, ni rechazo, ni desconfianza... Él me dio a entender que me amaba con el fuerte palpitar que salía de su pecho, me pidió disculpas con el enrojecimiento de sus ojos y me abrazó con el movimiento reprimido de su cuerpo, deseoso de acercarse a mi y volver a tocar mis cabellos, como hacía siempre, y peinarlos.

Le esperé, mi pelo caía en finos mechones revoltosos y enredados.





Satine, petitpierrot

domingo, 13 de febrero de 2011

Ventanas abiertas

Lo hice. Alcé la cabeza bruscamente y le miré a los ojos con arrogancia. Segundo después, cuando nuestras miradas se habían enfrontado, ya no quedaba ni una pizca de ira en mi.

Resulta muy difícil para mí describir qué pasó en aquél momento, porque no recuerdo el nombre de ninguna sensación apropiada para describir cómo me sentí. Consternación se aproximaría, quizás shock...
Quedarme atrapada en esos espejos de cristal era algo que había temido incontables veces, pero ¿quién diría que lo harían así...? La fascinación que me provocaban era diferente a la de otras veces. Recordaba aquellos ojos como dos ventanas en invierno, cuyo frío era tentador, hermoso, atrayente. Su mirada acostumbraba a esconder muchas cosas, pero portaba el reflejo de sus emociones, aunque sólo se atisbara un leve esbozo de ellas. Esta vez, sin embargo, esas ventanas estaban completamente abiertas, podía leer en ellas más bien que en un libro abierto, podía sentir lo que sentía su dueño, en mi piel y en mi corazón, y la verdad impactó en mi tan de repente que no supe ni pude reaccionar.
Entendía que aquel personaje se había rendido totalmente, que no quería esconder nada más, que también sentía desesperación, tristeza y miedo...
Pero una parte de mi no conseguía asimilarlo, se había creado una barrera de hierro ardiente alrededor de mi corazón, una barrera que el hielo no podía traspasar.
¡Me hallaba completamente perdida! E incapaz de encontrar una salida al desorden de mi interior...
Pero entonces él entreabrió sus labios, mi corazón dio un vuelco, él volvió a cerrarlos y desvió la mirada hacia el suelo.
Me sentí de repente muy cansada, pesada como si el hilo que me sostenía se hubiera roto al cabo de mucho tiempo. Las fuerzas entonces me abandonaron, de golpe, y fui incapaz de mantener la cabeza erguida, de manera que, dejándome vencer por un abatimiento superior a mi, la dejé caer cerrando los ojos, para no ver nada más, para guardar en mi mente la imagen que aún palpitaba en mi cabeza.
La imagen de los ojos de Jared.
No, la imagen del alma de Jared.


Satine, petitpierrot
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viernes, 11 de febrero de 2011

Atrapada

Era difícil no mirarle a los ojos, aquellos ojos azules que en vez de mar reflectían hielo, un gélido záfiro, un cielo sin nubes, un espejo engañoso.
Recordarlo me hizo temblar, reprimiéndome las ganas de girarme hacia él. Si lo hacía, quedaría atrapada para siempre en su fría mirada, y no habría vuelta atrás.
Así me quedé, acurrucada en la pared mirando al suelo y temblando, submergida en un torrente de sensaciones que me bloqueaba la mente y me convertía en un objeto autómato cuya finalidad era manternerse alejado de aquél individuo. Pero no podía correr, mi cuerpo no me obedecía.

Tres metros a mi izquierda él seguía observándome, erguido y tieso, con los puños cerrados con fuerza y sudorosos. Sentía su mirada posada sobre mi cabeza.
¿Qué estaría pensando? Si me giraba, ¿qué encontraría en sus ojos?
Llevábamos así media hora, sin mediar palabra, metidos en un callejón oscuro al asilo de la lluvia.
Mis cabellos empapados eran acantilados para las gotas suïcidas, igual que mi nariz, mis labios, mi barbilla... Me pesaban los ojos. Mis pestañas, cunas de làgrimas, temblaban al ritmo de mi cuerpo, que se resentía del frío. Pero no había forma de escapar de allí; su presencia me mantenía firme en el suelo, como si él fuera un imán, y yo su contrario.
¿Por qué no me dejaba marchar? ¿Por qué yo no podía levantarme e irme, diciendo adiós con la mano, dándole la espalda y alejándome por el estrecho callejón, submergiéndome en las tinieblas de la noche? ¿Por qué?
De repente se apoderó de mi una oleada de fúria, que me hizo fruncir el ceño y enseñar los dientes.
¿Qué hacía allí plantado? ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué yo no tenía el valor de mirarle a los ojos?
¿Quién diablos le dijo que podía atraparme con su red?
¿En qué estaba yo pensando cuándo lo consiguió?
¿Y por qué no podía ahora deshacerme de sus ataduras?
La ira iba en augmento. Empezaron a salir de mis labios silenciosos gruñidos de rabia, y noté la sangre hervirme en el pecho. Ahora sí, ahora sería capaz de levantar la cabeza.
Y eso hice.

Sí lo hice...
Sí...

Satine, petitpierrot

lunes, 7 de febrero de 2011

Reflexión~


Porque la vida nos lleva por caminos invisibles podemos llegar a equivocarnos. Las personas podemos ser inconscientemente ciegas para no distinguir un cruce de otro, suficientemente ingénuas para pensar que sabemos guiarnos, ridículamente inocentes como para decir que no necesitamos escuchar aquellos que nos avisan y extremadamente imbéciles por no saber distinguir, ni guiarnos, ni escuchar.

Y yo soy una don nadie que se da cuenta de éstas cosas.

Lo que la vida nos da, la vida nos lo quita; todo lo que se te concede y es bueno, es necesario guardarlo con candado, cuya llave nunca has de ver, porque tu mismo puedes convertirte en aquél ladrón que intentas evitar. Es triste, lo sé, pero el que es ciego tiene que ser hábil para no pisar las minas del camino equivocado. Creeme, empieza por escuchar, confía en aquellas personas que sabes que realmente te quieren y velan por ti, y, por favor, que no te venza la estupidez humana, no confundas cuales son.


Satine, petitpierrot


ピエロ ★



Satine, petitpierrot


domingo, 6 de febrero de 2011

Bienvenidos ♥


ORGULLOSA


Siempre tan firme,
segura, paciente,
tozuda, hermosa...
es fuerte y valiente.

Y sigue su lucha
con ímpetu, sola,
mirando a los ojos
al viento, que sopla.

Orgullosa,
en invierno,
la Rosa.



Satine, petitpierrot