lunes, 5 de septiembre de 2011

ASÍ

La verdad es algo difícil empezar un libro, sobretodo cuando no sabes de qué va a tratarse porque no has tenido paciencia y no te has parado a pensar en ello. Tu simplemente quieres escribir. Pero tienes dieciocho años y tu hermano pequeño te está dando la lata como siempre, sentado en frente de ti haciendo ruiditos y cantando, porque ya sabe que no te gusta y que así no puedes concentrarte. Tu madre, la única capaz de poner orden en esta casa, no está, hecho que desencadena a tu hermano para hacer lo que le de la gana. Sabe que no puede conectarse a internet, él lo hace, sabe que no puede comer chocolate, él lo hace, sabe que tiene que recoger, pasa de hacerlo y te lo deja todo a ti; y tu, que no tienes nada de autoridad, aunque lo intentas, vas guardando los nervios hasta que sea el momento de explotar.
Tu hermano ha puesto la tele, un programa de humor horroroso, y no la está mirando, sigue cantando y mirando la pantalla de su ordenador.

- Para poner esto mejor la apagas – le dices.

- Cállate.

- Estoy escribiendo, lo sabes.

Tu hermano cambia de canal. Bueno, música. Esto aún puedes pasarlo. Sin embargo empieza a sonar una canción de reggaeton, y tu te tapas los oídos de forma dramática. Tu hermano empieza a tararearla y tu te preguntas a quién coño ha salido este niño, te dices que lo suyo es insalvable, y barajas las posibilidades que tienes de estar tranquila. Te sube un olor a lejía insoportable; al piso de abajo no puedes ir porque Aisha lo está limpiando todo, y por lo tanto, aún huele peor. ¿A la terraza, quizás? Miras por la ventana y ves que a pesar del Sol corre una ventisca que avecina una nueva estación. Estáis a las acaballas del verano, a punto de terminar las vacaciones, y al pensar en ello tu cuerpo se inunda de impaciencia. Tienes ganas de empezar la universidad, irte de esa casa y recorrer Barcelona todos los días. Echarás de menos aquella ciudad liderada por un castillo, pero regresarás cada fin de semana para disfrutar de ella como nunca antes lo has hecho. Respiras tranquila al pensar que dentro de una semana tu hermano no te tocará más los cojones. Seguramente te echará de menos, aunque no lo dirá, ni se le notará.

Lo miras, te mira, sonríes y él pasa de ti. “Paciencia...” te dices.

Con un suspiro bajas la tapa del portátil y...



Satine, petitpierrot